17 de abril de 2010

Maldita incertidumbre.

Últimamente las cosas no van bien y, aunque parecen vislumbrarse aires de cambio en el horizonte, tanto mi chica como yo no pasamos por una buena época desde hace algún tiempo. La situación de falta de control sobre nuestro futuro es cada vez más sombría. Nuestra situación de estancamiento, debida a nuestro desempleo, y al hecho de que llevando años juntos aún vivamos con nuestros padres, nos preocupa. Necesitamos dar el paso que nos lleve a la independencia, pero no hay manera alguna de salir a flote. Gracias por lo menos que no tenemos gastos importantes y que nuestros padres están ahí. No sé, tal vez la respuesta tarde en llegar; o quizás no llegue nunca. Son cosas que uno jamás sabe hasta que finalmente ocurren.
Sabemos que no somos los únicos que pasan por este mal trago, la mayoría de nuestros amigos están en nuestra misma situación y eso, por deleznable que pueda parecer, nos reconforta un poco, pues nos damos cuenta de lo realmente jodido que sigue estando todo en este país. No obstante aquí, desde mi rincón de la blogosfera, trataré de tomarmelo con humor aunque la sonrisa, en ocasiones, se muestre forzada.

2 comentarios:

Raquel dijo...

Querido moriarti:

La desesperación del día a día, aquella incertidumbre, como tú bien comentas, aquella nostalgia de un tiempo anterior en el que uno sólo se preocupaba de salir con los amigos, de hacer los deberes o estudiar para el exámen de mañana, disfrutando cada momento por muy estúpido o banal que fuera; quedán tan atrás que uno solo ve la frustración de no saber a dónde nos llevará esta locura de vida.
Estoy convencida que llegar, llegará algo, bueno o malo, y espero de todo corazón que sea bueno ¡¡¡por dios!!! y que al final a esa persona que se está esforzando por luchar, por construir un futuro mejor que en el que se encuentra, será recompensada.
Esa es por lo menos mi esperanza.

Un besazo.

Ruben Barroso dijo...

Es curioso ponerse a pensar en lo mucho que uno anhelaba ser más mayor cuando era niño, para poder hacer lo que quisiera. Ahora, uno sólo quiere volver a ser aquel niño soñador y despreocupado.