21 de febrero de 2010

Tarde didáctica.

Ayer, por primera vez en mi vida, empecé a dar las primeras pinceladas al óleo sobre un lienzo con el objetivo de pintar un cuadro. Para ello, conté con la ayuda de mi chica, que tiene experiencia en esto de pintar cuadros y demás menesteres que tengan que ver con óleo, aguarrás y caballetes.

Al principio no sabía que pintar, tenía más o menos una idea, asique decidí dejarme llevar por la imaginación y, agarrando el tubo de pintura amarilla y, tras vertirlo en la paleta, empecé a dar brochazos a diestro y siniestro sobre la tela del lienzo. El resultado fue un cuadro completamente amarillo con pegotes gordos de pintura que mostraban trazos del pincel aquí y allá. Me decanté por hacer algo abstracto, sin pensarlo demasiado, como un niño. Cubrí por completo el lienzo, desahogándome sobre él e invitando a mi maestra (mi chica) a hacer lo mismo. Una vez quedó cubierta toda la tela quise seguir, pero no hubiese sido buena idea, pues habría puesto la habitación llena de pintura a base de salpicar con los pinceles. Asique lo dejé secar para, en otro momento, continuar en otro lugar más apropiado en el que desparramar todo mi "arte".


Poco después, pasadas las ocho y media de la tarde, estábamos viendo ballet y danza en el teatro y debo decir que, aunque resultó bastante didáctico y educativo, por aquello de poder decir que he visto bailar a mujeres con tutú, debo decir por mucho que pese a alguien, que no tengo intención de volver a ver ballet y danza en un periodo largo de tiempo. Reconozco que me aburrí un poco.

Pero te aburra o no, es algo que la ética y el civismo te invita a respetar y a mantenerte callado mientras dure el espectáculo. No debieron pensar lo mismo algunos de los asistentes entre el público, ya que entre los que dejaban soltar alguna que otra risa contenida (que mas bien parecía que se sorbieran los mocos); las mujeres de la fila delantera, que sólo atendían a los bailarines cuando alguno de los hombres que participaban en la danza se desnudaban de cintura para arriba, mostrando abdominales (la famosa tableta de chocolate); o algo tan rematadamente (y esto es algo que nunca entenderé) descarado como una multitud en pie (mujeres cuarentonas, en su mayoría) de ponerse a gritar en el descanso el nombre de un famoso que se encontraba en las primeras filas para que les mirara. Al final ni siquiera me enteré de quién cojones era (creo que Diego "El Cigala"), pero resultó una tarde más que completa.

1 comentarios:

Raquel dijo...

El cuadro te sigue esperando a que le mimes un poco más. Necesitarás darle todo tu arte para que la cosa mejore XD. Así que ya sabes a coger un cepillo, un pincel o brocha y a realizar todo lo que tu mente desee con el cuadro, eso sí, sin manchar el resto de los muebles, que no tienen por qué sufrir tu ataque artístico.
Vaya mezcla de danzas, unos con tutú(el lago de los cisnes) otros con guadaña, en un baile un tanto siniestro (agonía o sufrimiento de la muerte), otros q no se sabía si se habían fumao alguna que otra cosa para estar así de pletóricos... En fín, que nos quedamos con los musicales estilo cabaret, ¿no?

besos